Un rayo de sol... y cientos de nubarrones

Cuando creo que tengo un poco de paz interior, y que las cosas empiezan a encajar... ¡Zas! Jarro de agua fría.

Ayer salí contenta del trabajo, había cambiado mi percepción subjetiva sobre la gente y la cosa fue muy bien. Y al llegar a casa... el juicio paterno: estás muy gorda, ¿cuándo vas a hacer algo?, ¿por qué no te pones en manos de un médico?; ahora no es el momento, ¿y cuándo es el momento?; otra vez con las pastillas de la ansiedad, llevas así toda la vida; ¿para qué vas al psiquiatra?, las pastillas te las puede recetar el de cabecera; ¿y el psiquiatra y el psicólogo, no te dicen que bajes de peso?... Para terminar con un abrazo y romper a llorar sobre mis hombros, y yo guardando el tipo (que, por supuesto, se desmoronó en cuanto salieron por la puerta...). Me prometí a mí misma no contárselo a mi marido como me pidieron, pero ¡oh, destino! esa tarde empezó a poner canciones tristes en Youtube y yo ya no pude más y rompí a llorar... y se lo conté... y yo esperando algo más de apoyo, y poco más que recibo una reprimenda: que si ya sabes como son, que ya no te debería afectar... Lo que oigo siempre, que me hace sentir estúpida... ¡NO DEBERÍAS ESTAR ASÍ!

PD. Todo esto aderezado con que mi hijo me pidió jugar, y claro, cuando empezó a perder, el número de siempre... Y sobre esto, también reprimenda de mi marido porque debería ser paciente, el niño tiene un problema... Pero, claro, yo no y debería estar siempre dispuesta para "halagar" a todos... Estoy cansada de esforzarme ¿para algo?

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